miércoles, 19 de septiembre de 2012

¡ALERTA!

                 ¡ALERTA!

A lo largo y ancho del país ya se organizan clubes electorales, cofradías de oportunistas y galladas de adulones, con el propósito determinante de ganar espacio en el tablero político y con miras de ser tomados en cuenta para tal o cual propósito. Unos, los más "iluminados", para postular como candidatos o para los altos puestos de gobierno; otros, con vocación de amanuenses, listos para sus papeles secundarios en esto que todavía se llama feria electoral, propia de la democracia formal representativa donde se cotiza el favor popular con inaudito desparpajo.
De estas perversas prácticas políticas no se salvan ni siquiera los partidos y movimientos honestos -aquellos que definen un marco ideológico preciso y un orden ético concreto- que están dispuestos a construir un orden nuevo dentro de la democracia participativa, deliberativa y protagónica. Entre ellos, Alianza País (o mejor dicho los oportunistas que nunca faltan) que tiene como responsabilidad el rol histórico de edificar una patria altiva y soberana dentro del denominado Socialismo del Siglo XXI. Lamentablemente esta ideología hasta ahora resulta poco analizada y debatida por las bases que al final de cuentas son las que motorizan la historia.
Sobre todo -insisto- no se salvan de esto los "líderes" de tercera y cuarta categoría, porque especialmente ellos, que asoman como redentores, irresponsablemente responden a los vicios burgueses como el subjetivismo y el oportunismo grosero que irrita a los ciudadanos honestos y transparentes que votan por una propuesta de cambio y son engañados. Y que de manera frontal, como corresponde, deberían ser aliados incondicionales a la revolución ciudadana y del socialismo libertario.
Es por ello que los ciudadanos debemos mantenernos centinelas para que no "se perfeccione el funeral de la democracia" y que las elecciones deban ser mecanismos para afianzar la institucionalidad, la seriedad política y el fortalecimiento de la economía para servicio de todo un país que no puede perder la esperanza. De resultar de otro modo, es decir que triunfe los rezagos de la partidocracia, seguramente volveríamos a viejas formas disolventes y delictuales de triste recuerdo para los ecuatorianos.

                     POR: IVAN TIMOSHENKO DELGADO MARTINEZ