lunes, 7 de noviembre de 2011

LA COMPRA DE RENUNCIAS

POR: IVÁN DELGADO MARTÍNEZ

No recuerdo en qué lugar y en qué momento oí decir que los problemas generados por una burocracia indolente, los llamados servidores públicos, no se curan con pócimas caseros y menos con emplastos y paños tibios. Hay que aplastar, decía un ilustre ecuatoriano, el forùnculo para que salga la madre con toda la pus sanguinolenta, y luego esperar la recuperación pronta para que el cuerpo sano rinda eficientemente en beneficio colectivo.

Digo esto sin tapujos, porque me parece desproporcionada la alharaca levantada por un escuálido grupo de funcionarios que politizan, junto con los descalificados politiqueros, el asunto frente a la medida radical optada por el gobierno de separar de sus funciones a servidores públicos, bajo la figura legal de compra de renuncia obligatoria por razones de edad, ineficiencia en el desempeño, anacronismos en los procedimientos y hasta actos reñidos contra la moral y las buenas costumbres.

Ha sido necesario recurrir a esta disposición oportuna y necesaria contemplada en la ley, y gran parte de los funcionarios, que están conscientes de que vegetan en sus puestos de trabajo, reciben la medida con resignación y algunos con beneplácito, porque son liquidados con indemnizaciones justas, a pesar de que  muchos ofrecían dificultades para vender facilidades. Es en estas circunstancias que el  Estado decide tomar el toro por los cuernos y aplicar correctivos para evitar daños mayores a la sociedad en su  conjunto.

No es una exageración cuando se dice que no obstante haberse destinado ingentes recursos en educación, seguridad, salud, etc. los resultados son pobres y todo parece  indicar que el Estado está mandando recursos a un barril sin fondo, porque la burocracia inoperante e indolente no responde a las urgencias sociales. Es asì como se vuelve indispensable, con la debida transparencia en los concursos públicos, el reclutamiento, capacitación y el  mejoramiento del talento humano para promover el sumak kawsay, el buen vivir, o, como dice Marta Harnecker, LA VIDA EN PLENITUD.  

Portoviejo, 2 de noviembre de 2011

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