POR: IVÀN DELGADO MARTÌNEZ
Estamos esperando que la oposición tenga la sensatez de reconocer que obtuvo otra derrota en la Asamblea Nacional y que el gobierno no llegó a recurrir, puesto que no es su estilo, a las viejas pràcticas de la polìtica clientelar como es la compra de conciencia como en el pasado.
Si así lo han hecho, es de entender que están en la intención de construir nuevas formas de ejercer la política, para que la democracia se fortalezca en base al debate inteligente y la confrontaciòn polìtica civilizada, desde posiciones ideològicas contrapuestas y no por el apetito de captar el poder por ambiciones inconfesados o
Es hora que los opositores de la revolución ciudadana se den cuenta que es mal negocio recurrir al atajo de la calumnia, la mentira y el ataque personal para defender intereses mezquinos. La polìtica debe enaltecer a los que la ejercitan y no la degradación como ha venido aconteciendo a lo largo de la historia producto del viejo pacto oligàrquico.
Siendo así, no sería entonces ùnicamente un problema entre la derecha o izquierda, sino producto de la madurez entre personas que buscan el bien comùn, desde posiciones contrarias pero basados en principios éticos. Esto nos permiten saber si lo que propone el uno y el otro tiene validez para los que estamos en el Estado llano y no tengamos que ver las maniobras dolosas para seguir reeditando los viejos vicios de la política clientelar que inmovilizan a la naciòn.
Felizmente se han superado, en parte, viejos atavismos dogmàticos con la inauguraciòn de un nuevo pacto social, donde la ciudadanìa expresa, con claridad y transparencia, lo que piensa y siente sin el miedo de que los dueños del país objeten sus puntos de vista y obliguen a aceptar asuntos que terminan con sus sueños y esperanzas.
Las escaramuzas por el control de la Asamblea, que estàn encaminadas al control del Estado para restaurar la vieja polìtica del amarre y el atraco, fueron superadas y es de esperar que los derrotados y complotados se allanen al mandato del pueblo en las urnas que exige la aprobación, por ejemplo, de una ley de comunicaciòn que permita la verdadera libertad de expresiòn para acabar con el terrorismo mediàtico.
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