POR: IVÁN DELGADO MARTÍNEZ
El
democratismo burgués es una herramienta ideológico-política del poder
oligárquico y de las naciones recipientes dominantes que nos imponen su
lógica gobernante y su visión del mundo. Y es, además, producto de un
distorsionado constitucionalismo de papel y de un presidencialismo
vergonzante que genera, a la postre, un parlamentarismo canibalesco y se
nutre del ritual electorero, donde casi siempre sale a flote lo
pezuñero y revanchista.
Estas viejas prácticas, producto del
viejo pacto oligárquico liberal plutocràtico, constituyen métodos de
acción ultramontanos para afianzar la matriz de dominación imperial, que
unas veces representa a la vieja democracia liberal con todas sus
variables (democracia tutelada, democracia escarmentada, democracia
minusvalorada, etc.) y otras veces, como en el pasado, apelan a la
abierta dictadura como aconteció particularmente en Amèrica Latina y el
Caribe, cuando el imperio y las oligarquías sirvientes se sentían
amenazados por el pueblo en su poder y sus privilegios.
No es
que, como aúllan los viejos dueños de la pelota, que Correa y la
revolución ciudadana pretende concentrar anti democràticamente todo
poder para configurar un Estado vasallo, para servir a propósitos
dictatoriales y crear, junto a Cuba, Venezuela y Bolivia, una suerte de
EJE DEL MAL para implantar en América y el Caribe, junto a los
gobiernos de la región que practican el socialismo vegetariano, la
"dictadura comunista regional". La realidad es que, a causa de viciosas
prácticas patidocràticas, la derecha, el poder mediático y demás poderes
fàcticos acorralados, víctimas de sus errores colosales, recurren a la
desestabilizaciòn, al golpismo y al acoso mediático y político con apoyo
del imperio y sus tentáculos. A ellos los que les preocupa, hay que
decirlo con todas las letras, es que -después de haberse provocado un
nuevo pacto social, que terminó con el viejo pacto oligárquico- tienen
miedo del cambio de relación del poder que se viven en el país, puesto
que ahora no mandan, como antes, las oligarquías y demás sectores de
poder sino la ciudadanía ejerciendo la democracia participativa.
Es
por eso que como último recurso y ante la pérdida de privilegios la
derecha dura y la izquierda boba e inmadura se alían en burdo maridaje
para, inútilmente, intentar hacer fracasar este proyecto de cambio
radical, rápido y profundo que camina aceleradamente hacia la
construcciòn de una Patria Altiva y Soberana. Todos ellos, puesto que
por sus frutos los conoceréis, no les preocupa la inexistente
concentración del poder sino, insisto, el cambio rotundo en la relación
de poder para modificar viejos paradigmas de la vieja democracia de
ficción que aún da duros coletazos.
Portoviejo, 1 de enero de 2012
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